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Con 51 años y dos hijos: vendedor ambulante se titula de abogado

Carlos Correa se levantaba a las 04:30, estudiaba un poco, llevaba a sus hijos al colegio y luego iba a vender boletos de lotería en una esquina.

Carlos Correa, vendedor ambulante

Carlos Correa, vendedor ambulante

Para Carlos Correa el panorama en el año 2000 no era nada alentador: estudiaba Derecho en una universidad en Tucumán, Argentina, pero no lograba conseguir un trabajo que le permitiera llevar los gastos que la educación superior implican. Ante esto, decidió dejar la carrera y ayudar a su padre en el negocio que tenía.

La historia de deserción por complicaciones económicas no habría pasado a mayores si no hubiese sido porque Correa no perdió la esperanza y esta semana, tras 22 años de espera y varios de ellos de estudio, se recibió.

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La web de noticias TN publicó su historia: en todo este tiempo, Correa se casó, tuvo dos hijos de 9 y 11 años, y entre tanto, decidió retomar las clases. Algunas de ellas incluso fueron durante la pandemia.

Hace algún tiempo se divorció y quedó con la tutela de los niños. El negocio del padre cerró y eso fue lo que lo motivó, finalmente, a salir a la calle para trabajar: así fue como vendría cartones de bingo (la Lotería trasandina) en la esquina de 20 de Febrero y Figueroa Alcorta, en Rosario de la Frontera, provincia de Talca. 

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Nunca hay que bajar los brazos. Soy creyente y se que Dios me ayudó muchísimo. Por supuesto yo hice mi parte y me esforcé un montón y estoy muy orgulloso de eso. A mis hijos les enseño que para triunfar en la vida hay que trabajar y estudiar», dijo a TN.

Cómo lo hizo

De acuerdo al relato del orgulloso abogado, mientras cursaba la carrera se despertaba a las 04:30. Esas primeras horas de la madrugada, cuando los niños dormían, le permitían estudiar. Después, al despertar los pequeños, los levantaba, los llevaba al colegio y salía a vender.

Algunas clases fueron virtuales. Con sus recursos, solo podía estudiar por teléfono. Eso, hasta que llegó un amigo:

«Le tengo que dar un gracias enorme a mi amigo porque la computadora que me dio me ayudó muchísimo en el estudio. En el último examen me saqué un 5, no es una muy buena nota, pero me alcanzó para recibirme con un promedio de 6″.

El futuro se lo toma con la misma paciencia que le sirvió para llegar a este punto. Quiere arreglar su casa y comprar un refrigerador. “El título ahora me va a servir para ponerlo en el Currículum y poder conseguir un trabajo en blanco. Por suerte a mis hijos no les falta nada”, cerró.

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