¿Por qué todos regalan flores amarillas el 21 de septiembre? El origen de la tendencia que se toma las redes
El color simboliza optimismo y esperanza; el 21 de septiembre dispara publicaciones en toda la región.

Desde hace unos años, cada 21 de septiembre, con la llegada de la primavera en el Cono Sur, las redes sociales se llenan de publicaciones y videos en los que usuarios regalan o exhiben flores amarillas. La tendencia, replicada por millones, tiene un origen pop en Argentina: la canción “Flores amarillas”, parte de la banda sonora de Floricienta (Cris Morena), que narra el sueño de la protagonista de recibir flores de ese color y trasladó ese gesto de la ficción a la vida cotidiana.
El amarillo se asocia a alegría, energía, optimismo y renovación, conceptos ligados a la estación primaveral. En el marco de la tendencia, también simboliza esperanza y afecto, por lo que el regalo busca transmitir sentimientos positivos y cercanía entre quienes participan. El color se convirtió así en un código compartido que identifica de inmediato el fenómeno en plataformas digitales.
La práctica dialoga con una costumbre previa: regalar flores en el Día de la Primavera, que con frecuencia se combina con el Día del Estudiante. Este cruce de celebraciones sostiene desde hace décadas un intercambio de amistad, cariño y festejo entre jóvenes y adultos, ahora amplificado por la lógica viral y la visibilidad de las redes.
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En su versión digital, los videos invitan a parejas y amistades a obsequiar flores amarillas, cumpliendo simbólicamente el deseo de Floricienta y conectando la cultura pop con los rituales tradicionales. El formato breve, la música reconocible y los mensajes de complicidad favorecen la replicación y consolidan el gesto como un ritual urbano sencillo, reconocible y adaptable.
La tendencia también incorpora humor y creatividad. Entre los registros virales se cuentan escenas como la de un joven que toma un girasol en un campo para entregarlo a su novia, acompañado del texto: “El que no es detallista es porque no quiere”. Ejemplos así muestran cómo un símbolo simple puede reinventarse y sostener su vigencia al combinar tradición, relato y performance en el ecosistema de las redes.
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