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Ingeniero chileno fue a trabajar a Estados Unidos y duró días: “Es bonito, pero no tanto como lo pintan”

“Entraba a las seis de la mañana y salía pasadas las cuatro de la tarde”, dijo el joven que quedó ‘chato’ desempeñándose en una cocina.

Ingeniero chileno fue a trabajar a Estados Unidos y duró días: “Es bonito, pero no tanto como lo pintan”

Ingeniero chileno fue a trabajar a Estados Unidos y duró días: “Es bonito, pero no tanto como lo pintan” / Alexander Spatari

Durante este verano en Estados Unidos, Danilo Fernández decidió emprender un Work and Travel en Nueva York. Con un contrato ya asegurado en la cocina de un hotel y una inversión cercana a los cuatro millones de pesos, llegó convencido de que viviría la experiencia laboral y cultural de su vida.

Sin embargo, el viaje, que debía extenderse por cuatro meses, se transformó en apenas tres semanas, debido a la intensa y agotadora rutina norteamericana.

Entraba a las seis de la mañana y salía pasadas las cuatro de la tarde, sin pausas reales. Si no había platos que lavar, me mandaban a sacar la basura de la calle”, recuerda en entrevista con LUN.

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Además, afirma que el ambiente de cocina era frenético y hostil. “Allá los chefs son como deidades; si te ven usando tapones para el ruido, te los hacen sacar”.

El joven chileno, señala que la rutina era agotadora: bandejas, platos y carros de loza que debía mover solo y caminatas de más de 20 mil pasos en espacios reducidos. “Literal, no parabas, era sacar bandejas, volver, sacar platos, volver, y así durante horas”, se queja.

La decisión

Según cuenta, el colapso llegó a las dos semanas. “Me sentía perdiéndome a mí mismo, como que no era yo”, confiesa. Ese fue el punto en que llamó a su familia y tomó la decisión de volver. “Preferí pagar el pasaje de vuelta antes que seguir aguantando y terminar apagado por completo”.

Dice que su entorno lo apoyó en la determinación: “Cuando los llamé para contarles que quería volver, me apoyaron. Me habían visto mal, estresado, llorando. El lugar era un 7, la gente y la cultura también, pero el trabajo era demasiado dirigido y pesado. Aun así, en dos semanas junté 1.200 dólares, que usé para el pasaje de regreso”.

“Dos semanas es muy poco tiempo para acostumbrarse y venían fechas caóticas como Navidad. Quizás si me hubiese desconectado de Chile lo habría sobrellevado, pero me sentía aislado. En algún momento pensé ‘me quiero volver a enamorar de mi vida en Chile’ y eso hice. Estados Unidos es bonito, pero no tanto como lo pintan. Muchos me dijeron que la cocina era la peor área para trabajar, y si ellos lo dicen es porque es verdad: es exigente a un nivel extremo”, dice, desde Chile, como reflexión final.

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