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Alberto Montt y su libro de gatos: «No creo en la genialidad humorística sin un poco de odiosidad»

El dibujante chileno presentó en Ciudadano ADN su última publicación, "Sólo necesito un gato", y entregó su visión del humor y de cómo se conecta con la contingencia del país.

Alberto Montt y su libro de gatos: «No creo en la genialidad humorística sin un poco de odiosidad»
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Acaba de lanzar un nuevo libro con dibujos de felinos titulado "Sólo necesito un gato" (Editorial Planeta), pese a que no tiene ninguno en su casa. "Tiene que ver con uno mismo. Han sido parte de mi imaginario desde muy chico. Dibujar gatos es un placer. Hay 7.500 millones de libros de gatos en el mundo, ¿por qué no hacer el mío?", señaló el dibujante Alberto Montt en entrevista con Ciudadano ADN.

A la hora de dibujar, contó, "se me hace más divertido un gato que un perro, son más sinuosos. hay todo un atractivo desde lo visual". El libro, según expresó, es "una apología a este bicho que a mí me genera mucha curiosidad".

Montt es hijo de padre chileno y madre ecuatoriana, nació en Quito y se crió con cultura popular argentina, que "era lo que más llegaba. Si triangulas, soy como un boliviano", contó, agregando que "no conozco a nadie de mi generación que no haya sido amamantado por Mafalda". De hecho, era su padre quien cuando niño le fomentó la lectura con historietas como Mafalda y Condorito. "Para mi viejo era una manera de mantenerme chileno".

En 1999 se vino a Chile, donde "busqué pega como dibujante y renuncié altiro a buscar pega, porque estaba copado". Según contó, "vengo de un pueblo (Quito) donde todo funciona con pitutos. Llegué con esa lógica y me encontré con que aquí no eres nadie. Había gente en todos los espacios que quería ocupar y me frustré mucho. Opté por morirme de hambre pero hacer el intento". Ese intento lo llevó hasta El Mercurio, donde "fui a presentar una carpeta y me aceptaron".

A la hora de hablar de los temas que abarcan sus historietas, Montt cuenta que "me gusta hablar de lo que me concierne y eso muchas veces es el dolor que acarreamos en lo cotidiano. Lo que trato de hacer es vaciar mi cabeza, no me da el presupuesto de la Isapre para psicólogo, entonces lo vacío en viñetas. Dibujar es el espacio donde estás contigo mismo". Por eso, la contingencia actual "me ha servido para dibujar más, y volcar la rabia en el papel".

Porque, según cree, "cualquier cosa cotidiana es política". Aunque existen voces que dicen lo contrario, Montt asegura que "no ha pasado de moda en absoluto el humor político". Prueba de ello, dice, son las redes sociales, que "te permiten ver cuánto humor existe en la gente, es solo ver las pancartas en las manifestaciones, el ingenio del ciudadano de a pie".

Por lo mismo, apunta, "no creo que haya genialidad humorística sin un poco de odiosidad. Si el humor no te incomoda un poco no tiene sentido", agregando que "me hace reír todo lo que me duele. El amor, el abuso, la intolerancia. Reírte de un chiste acerca de algo no es reírte de ese algo, yo me puedo reír de un chiste de violencia de género porque está evidenciándola, y eso es algo que no mucha gente entiende". Al respecto, agregó que "yo creo que la gente que no tiene humor es tonta".

"El secreto para dibujar un gato es saber hacer un ocho y dos puntitos", aseguró, porque según su visión "para dibujar hay que hacerlo como te da la gana, no hay nadie que pueda venir a decirte que está mal. Lo lindo de tener un papel en blanco es ser un pequeño dios. A uno de muy chico lo cuadran mucho, la profesora del jardín te dice que los árboles son verde y café". Quizás por eso, el libro termina con un dibujo de Laura, su hija, a quien define como "media monstruosa".

Según aseguró, "yo podría trabajar donde quisiera con lo que hago, pero me quedo en Chile porque amo esto. Chile es una maravilla", pese a que la crisis social le afecta como a todos. "Encuentro que toda la violencia por parte de Carabineros ha sido una cosa imperdonable, todo el sadismo que hemos visto no se puede creer", aunque recordó que se difundió en redes sociales "un video cuando llega un zorrillo, y le dice a los manifestantes 'buenas tardes, los saluda el zorrillo'. Es terrible pero es muy humorístico. Hay humor dentro de la desgracia".

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