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Histórico taller de cine para niños en poblaciones: «Vieron películas que no vieron universitarios»

Alicia Vega, creadora de los talleres y nominada al Premio de Artes de la Representación y Audiovisuales, conversó con Ciudadano ADN.

Histórico taller de cine para niños en poblaciones: «Vieron películas que no vieron universitarios»
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Creadora de una innovadora metodología de aprendizaje que vincula cine y educación, Alicia Vega convirtió a su taller de cine para niños -realizado durante treinta años- en una experiencia inédita en el país, donde más de seis mil niños y jóvenes de sectores marginados han trabajado con imágenes y jugado a construir mundos a partir de la creación cinematográfica.

Este taller la ha hecho merecedora de una candidatura al Premio de Artes de la Representación y Audiovisuales, postulación que, según sus palabras, "me deja anonadada. Yo siempre he trabajado a pequeña escala, mi ámbito son los niños pobres, pero me da alegría porque me siento acompañada de 6.500 niños pobres que siguieron el taller por 30 años. Este sería un premio para ellos, ellos hicieron el taller, yo solamente los guié".

Entrevistada por Ciudadano ADN, Vega recordó la gestación del primero de esos talleres, en 1985. "Estábamos en dictadura, se cerró la escuela de arte de la comunicación de la UC, y a través de la Iglesia Católica tuve la oportunidad de ofrecer talleres. Fue el año de los degollados, los niños estaban con noticias muy fuertes, casi todas las familias tenían un detenido, entonces este taller era una novedad y un acontecimiento".

"Llegamos a las comunidades por las parroquias, que era el sitio donde la gente podía reunirse. El cura no tenía inconveniente en que desarmáramos el altar y pusiéramos ahi la película", rememoró.

Aclara que nunca planteó el taller "para que estudiaran cine, lo importante era que ellos sintieran que había un grupo de personas acompañándolos, no sólo para ir a entretenerlos un sábado. Fue un programa claro, transparente y con rigor, para que se sintieran tratados como si fueran estudiantes universitarios".

"Ellos vieron películas que ni siquiera vieron universitarios", aclaró. Cuando ingresaban al taller, recordó, "cada uno depositaba su nombre en una cajita, como si fuera un voto. Fueron los únicos en Chile que votaban en esa época".

La académica contó que "ahora fui a Renca y el alcalde me dijo que un niño que había estado en el taller del 85 ahora es diputado de Renca".

Vega es también una reconocida investigadora del cine chileno, campo en el que destaca el documental local, que "siempre ha sido muy valiente. El creador no sólo ha tenido ingenio sino la perspectiva de nosotros como país: somos individualistas, esto de que vivimos en una gran isla es cierto, pero cuando nos tocan somos capaces de unirnos, y eso es bien interesante porque se va viendo que somos un pueblo que ha luchado siempre por su libertad", consignó.

Consultada por su visión del cine chileno en el exilio, la académica respondió que "ellos le pusieron un poco, las cosas hay que mirarlas con perspectiva. Pintaban cosas que habían ocurrido en Chile y no habían ocurrido tan así, mostraban cerritos en la cordillera y gente que se iba y que la perseguían por los cerros".

Y sobre el cine actual, destacó el avance de la tecnología. "Ahora se puede ver en el instante en que se filma y hacer corrección instantánea, antes había que revelar primero. Ahora es más fácil producir lo que realmente quiere el creador", dijo, aunque su visión de los contenidos no es tan alentadora. "Ahora lo que triunfa son los efectos especiales, mientras más plata gastan en que se venga abajo la pantalla, mejor. Han dejado de tratar problemas y ver imágenes que hagan valer la pena el esfuerzo de ir a una sala de cine". Para la experta, "el efecto especial tiene la muerte en sí misma, mientras más se va estirando llega el momento en que ya no va a tener más que estirar. Uno ve una película y las ve todas porque son todas iguales. Es como una rueda sin fin".

Más cruda es su visión sobre el día a día actual de los barrios marginados, hoy capturados por el narcotráfico. "Estuvimos hace poco en Pudahuel Alto y había niños comprando papelitos, las abuelas venden, uno ve una señora inocente con un delantal y en el bolsillo tiene papelillos. Por un lado está el pequeño tráfico y el fin de semana las filas de autos comprando".

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