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François López-Ferrer: Energía juvenil en la USACH

La Orquesta Clásica de la Universidad de Santiago fue dirigida por el artista, en un concierto que incluyó un estreno de Juan Manuel Quinteros.

François López-Ferrer: Energía juvenil en la USACH
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Un concierto por la integración. Ese podría haber sido el título del último programa ofrecido por la Orquesta Clásica Universidad de Santiago, en su magnífica Aula Magna. Había miembros de la comunidad haitiana invitados, su bandera se desplegó en la parte posterior de la platea, los anuncios de seguridad fueron hechos en castellano y creole, y el programa de mano también incluía la información en ambos idiomas.

Pero este elemento especial, más bien un significativo gesto hecho por el conjunto estatal, no debiese desviarnos de la música, del concierto mismo, el cual se alza por sí solo, como uno de los puntos más altos de la temporada confeccionada por el director titular Nicolas Rauss. 

Para esta fecha, la batuta fue empuñada por el español François López-Ferrer, director asociado de la OSNCH, quien pese a dejar ese cargo ahora en diciembre, profundiza su relación con Chile, siendo ya requerido por otras orquestas del país. Mientras su carrera internacional sigue creciendo, su exposición en el medio local ha bastado para demostrar la enorme musicalidad derrochada por este joven maestro de 28 años.

Su energía juvenil benefició la interpretación de cuatro piezas de la más diversa factura, partiendo por el “Vals Triste” de Jan Sibelius, trabajado muy sutilmente, bajo una visión casi onírica, vía relucientes cuerdas, y contrastes finamente controlados. Un espíritu interpretativo replicado inmediatamente en el “Cantus In Memoriam BenjaminBritten” de Arvo Pärt, que fue debidamente tratado como una elegía ascética a la que López-Ferrer sacó el mayor brillo.

Sin interrupción de aplausos llegó la obra encargada para la ocasión. “Percusión Manifesto” de Juan Manuel Quinteros(nacido en 1982) comienza con el mismo golpe de campana de Pärt, llevando al auditor repentinamente a un mundo más oscuro, al menos es lo que refleja el inicio de esta prolijamente trabajada partitura, que involucra un solista en percusión. 

Marcelo Stuardo es uno de los más vistosos integrantes de la USACH, y su trabajo en vibráfono y tambores estuvoesperablemente a la altura, manejando con total destreza el característico trabajo rítmico del compositor. López-Ferrer por su parte, mostró un entendimiento cabal de la obra, manteniendo una hermosa unidad en todo el conjunto. Como encore, Stuardo ofreció una pieza propia, basada en Luis Alberto Spinetta, que rinde tributo a Joane Florvil, la haitiana injustamente acusada de abandono de su bebé, y que terminó falleciendo, hace un año atrás. Incluía recitación en creole de un poema en su memoria.

Uno de los pilares del trabajo que está haciendo la USACH es el ciclo de las sinfonías de Ludwig van Beethoven. No sería descabellado que las presentarán todas en un año, quizás el 2020, año jubilatorio del compositor. En esta ocasión, fue la Primera, en Do mayor. 

Un conjunto afianzado, que casi podría tocarlas sin director, dio una interpretación llena de alma. López-Ferrer ocupó tiempos ligeros, incluso en el movimiento central, y la hizo sonar totalmente juvenil. De hecho, Beethoven la comenzó a los 25 años. Impresionante las articulaciones en las cuerdas, y lo robusto del trabajo rítmico. Definitivamente, la Orquesta Clásica USACH está en un excelente momento, y el público chileno debiese prestarle más atención. Hay música de alto nivel en el lado poniente de Santiago.

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